Teorías sobre el Diluvio Universal


El Arca de Noé
El arca de Noé
Génesis 6:17: “Y en cuanto a mi, aquí voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida. Todo lo que está en la tierra expirará“.

Este fue el aviso, la amenaza divina que traería el Diluvio Universal. Dios no quería un castigo ejemplar, no pretendía dar una lección al hombre. Simplemente quería destruir la humanidad, borrarla del mapa. El ser humano había degenerado en una raza violenta y malvada. Incluso corrupta. No cabía el propósito de enmienda. Había que volver a empezar.

La leyenda del diluvio no es exclusiva de la tradición judía. Existen diversas versiones, incluso en América y Oceanía. Las más cercanas son dos leyendas, paralelas, que nos hablan de un acontecimiento similar. Por un lado tenemos la versión griega, con su héroe Deucalión, que también construyó una nave en la que refugiarse junto con su familia de las destructivas lluvias.

Por otro, la más parecida a la bíblica, la mesopotámica, en la que otro héroe, Ut-Napishtim, vive una experiencia similar a la de Noé, con la diferencia básica de que se trata de una tradición que se desarrolla en un entorno politeísta, en lugar de monoteísta. La historia podemos hallarla en el Poema de Gilgamesh, que divulgara George Smith en 1873.

No obstante, existe una nueva teoría, que pretende dar una explicación científica al diluvio. Que intenta indagar en las raíces históricas y naturales del mismo. Plantea que el derretimiento de los glaciares en el fin de la Edad del Hielo (última glaciación) causó una crecida de los océanos a escala mundial y que el agua salada, una vez traspasado el estrecho de Gibraltar, fue incrementando el nivel del Mediterráneo.

En esta época, el Mar Negro era un lago de agua dulce sin acceso, ya que no existía el estrecho del Bósforo. La combinación de la subida del mar y posibles movimientos sísmicos, que rompieron el istmo en el que hoy se encuentra Estambul, abrieron una brecha por la que el Mediterráneo comenzó a verterse sobre el lago, que hasta entonces estaba a 150 metros bajo el nivel de las aguas marítimas. La catástrofe se consumó en un corto periodo, anegando el nuevo Mar Negro zonas hasta entonces secas.

Esta teoría, propugnada por William Ryan y Walter Pitman se está intentando verificar mediante expediciones de sumergibles que actualmente recorren el lecho del Mar Negro, y que ya han descubierto lo que parecen ser ruinas de edificios antiguos, a más de 90 metros de profundidad. De ser cierta esta hipótesis no sería la lluvia, sino la fusión de inmensas cantidades de hielo, la estrategia utilizada por Dios para castigar al hombre. Y esa sería otra historia.

Fuente: http://sobreleyendas.com/2009/02/17/