Vida extraterrestre


Si en torno a la mitad de las estrellas de nuestra galaxia semejantes al Sol orbitase un planeta, en el lugar preciso como para tener una temperatura favorable a la aparición de la vida, entonces en la Vía Láctea habría diez mil millones de planetas semejantes a la Tierra.

Ahora bien, para conocer en cuántos de ellos puede haber vida inteligente y con habilidad tecnológica, con la cual pudiésemos comunicarnos por radio, habría que saber cuán probable es que esta surja cuando las condiciones de un planeta son las adecuadas; cuán factible es que evolucione hasta generar seres inteligentes y, por último, cuán posible es que estos formen una sociedad de orientación tecnológica.

La consideración de todos estos factores escapa al dominio de la astronomía y es de competencia de ciencias como la bioquímica, la biología o la sociología. Sin embargo, según estimaciones de varios científicos, es posible que en uno de cada cien planetas surja una civilización técnicamente avanzada. Por lo tanto, en la Vía Láctea habría cien millones de planetas en los que, en algún momento de su desarrollo, surgió una civilización tecnológica.

No todas las civilizaciones evolucionan forzosamente hacia sociedades tecnológicas. En el Universo puede haber muchas integradas por poetas (que posiblemente sobrevivan mejor), muy respetables por cierto. Desgraciadamente, con ellas nunca podremos comunicarnos utilizando las ondas de radio. Por eso, nuestra atención se centra en las civilizaciones tecnológicas no porque las consideremos "las más avanzadas" o las mejores del cosmos, sino porque solo con ellas podemos entrar en contacto.

Nuestra atención se centra en las civilizaciones tecnológicas no porque las consideremos "las más avanzadas", sino porque solo con ellas podemos entrar en contacto.
Más urgente que conocer cuántas civilizaciones esperamos estén ahí, en algún lugar de la Vía Láctea, a la espera de comunicarse con nosotros, es importante resolver un problema crucial: saber cuál es la longevidad de una civilización técnicamente avanzada. ¿Cuánto vive una civilización de esta naturaleza antes de autodestruirse o de sucumbir frente a problemas provocados por ella misma y que es incapaz de resolver?

La única civilización tecnológicamente avanzada que conocemos es la nuestra, y ha vivido como tal (es decir, con capacidad para comunicarse mediante ondas de radio con otros puntos del espacio) unos 60 años. Esto es, un lapso muy pequeño comparado con la vida de la galaxia.

Si las civilizaciones avanzadas carecieran de la sabiduría suficiente como para superar los problemas que trae consigo el avance tecnológico, y solo vivieran (por ejemplo) cien años, los cien millones de civilizaciones de nuestra galaxia ya estarían extinguidos.

Para saber cuántas están vivas hoy, basta con averiguar qué porcentaje representa cien años en relación con la edad de la galaxia, una vida del orden de los diez mil millones de años. La proporción es uno a cien millones. Eso significa que hoy estaría viva solo una de los cien millones que hayan existido en la Vía Láctea: la nuestra.

Pero no seamos tan pesimistas. Supongamos que una civilización técnicamente avanzada viviese mucho tiempo, unos cien millones de años, por ejemplo, y que solucionase todos los problemas que se le presentan. En ese caso habría en toda la galaxia un millón de civilizaciones que estarían vivas hoy y con las cuales podríamos, en principio, establecer contacto mediante ondas de radio.

Este número (un millón de civilizaciones) puede parecer muy grande, pero las posibilidades de comunicación son menores si se recuerda que la distancia típica entre dos estrellas es de unos cuatro años-luz. Aún si lográsemos saber exactamente cuál estrella contiene al planeta donde está la civilización más cercana a la nuestra, la posible conversación con sus miembros no sería fácil. Si en este momento dijésemos ¡Hola!, nuestro llamado demoraría 400 años en llegar a ellos; si respondiesen de inmediato pasarían otros 400 años antes de que su respuesta a nuestro saludo llegase de vuelta. Por lo tanto, es una posibilidad bastante poco excitante la de hablar por teléfono de ida y vuelta, en vivo y en directo, con nuestros vecinos más próximos.

Las comunicaciones deberían ser en una sola dirección. Nosotros podríamos mandar una gran cantidad de información en mensajes especialmente codificados para que ellos comprendieran, y tener la esperanza de que algún día, alguien que los escuche, sepa de nuestra existencia en el cosmos y aprenda algo de nosotros.

De igual modo, deberíamos escuchar con antenas adecuadas las bandas de radio, para saber si alguien, desde algún punto de la galaxia, ha radiado ya un mensaje dando a conocer su presencia y contando cómo es la civilización a la que pertenece. Es como practicar la actividad de los radioaficionados, pero a escala cósmica.


Desde el punto de vista científico

La expresión "vida extraterrestre" se refiere a las hipotéticas formas de vida que pueden existir en otros lugares del universo.
Desde el punto de vista científico, sin hacer alusión a alienígenas, la expresión "vida extraterrestre" se refiere a las hipotéticas formas de vida que pueden haberse originado, existido o todavía existir en otros lugares del universo, fuera del planeta Tierra. Actualmente no existe evidencia alguna que pruebe o desmienta su existencia.

Actualmente una porción creciente de la comunidad científica se inclina a considerar que pueda existir alguna forma de vida extraterrestre, cuando las condiciones son propicias. La disciplina que estudia esta posibilidad se llama exobiología, aunque generalmente se considera que probablemente la vida exista solo en formas básicas. Una hipótesis alternativa es "panspermia", que sugiere que la vida podría surgir en un lugar y después se extendería entre otros planetas habitables. Estas dos hipótesis no son mutuamente excluyentes. Se especula con formas de vida extraterrestre que van desde bacterias, que es la posición mayoritaria, hasta otras formas de vida más evolucionadas, que puedan haber desarrollado inteligencia de algún tipo.

Debido a tal falta de pruebas a favor o en contra, cualquier enfoque científico del tema toma siempre la forma de conjeturas y estimaciones. Aunque cabe notar que el tema posee también una gran cantidad de teorías informales y paracientíficas, que exceden con facilidad los criterios de cualquier epistemología científica, por ejemplo, haciendo afirmaciones infalseables siguiendo el criterio de Popper, y son por tanto consideradas seudociencias.


Bioquímica

Toda la vida en la Tierra requiere de carbono, hidrógeno, nitrógeno, azufre y fósforo, así como de otros muchos elementos en menores cantidades, como ciertos minerales; requiere además de agua como solvente en el cual las reacciones toman lugar. Cantidad suficiente de carbono y demás elementos constituyentes de la vida, junto con el agua, harían posible la formación de organismos vivientes en otros planetas con una química, presión y temperatura similares a la Tierra. Como la Tierra y otros planetas estan hechos de "polvo estelar", es muy probable que otros planetas se hayan formado con semejante composición de elementos químicos que los terrestres. La combinación de carbono y agua en la forma de carbohidratos, como el azúcar, puede ser una fuente de energía química de la que depende la vida, mientras que a la vez provee elementos de estructura y codificación genética. El agua pura es útil, pues tiene un pH neutro debido a la continuada disociación entre sus iones de hidronio e hidróxido. Como resultado, puede disolver ambos tipos de iones, positivos (metálicos) y negativos (no metálicos) con igual habildad.

Debido a su relativa abundancia y utilidad en el sostenimiento de la vida, muchos han hipotetizado que todas las formas de vida, donde quiera que se produzcan, se valdrían tambien de estos materiales básicos. Aun así, otros elementos y solventes pueden proveer una cierta base de vida. Se ha señalado al silicio como una alternativa posible al carbono; basadas en este elemento, se han propuesto formas de vida con una morfología cristalina, teóricamente capaces de existir en condiciones de alta temperatura, como en planetas que orbiten muy cercanos a su estrella. También se han sugerido formas de vida basadas en el otros solventes, pues existen compuestos químicos capaces de mantener su estado líquido en diferentes rangos de temperatura, ampliando así las zonas habitables consideradas viables.

Así por ejemplo, se estudia el amoniaco como solvente alternativo al agua. La vida en un océano de amoniaco podría aparecer en un planeta mucho más lejano a su estrella.

Técnicamente, la vida es básicamente una reacción que se replica a sí misma, por lo que bajo esta simple premisa podría surgir la vida bajo una amplia gama de condiciones e ingredientes diferentes, si bien la vía carbono-oxigeno parece la más óptima y conductiva. Existen incluso teorías sobre reacciones autorreplicantes que podrian ocurrir en el plasma de una estrella, aunque éste sería un tipo de vida altamente extremo y nada convencional.


Ideas históricas

El Mensaje de Arecibo
El Mensaje de Arecibo es un mensaje digital de radio enviado al Cúmulo de Hércules, y un conocido símbolo de los intentos por contactar con inteligencias extraterrestres.
La idea de la existencia de seres inteligentes originarios de otros mundos fuera de la Tierra es casi tres veces milenaria. Existen nociones de tal concepto en la religión y mitología del Antiguo Egipto, Babilonia y Sumeria. Aunque en tales culturas, sería difícil obtener una separación clara entre la idea de extraterrestre y la noción religiosa de dioses, espíritus o demonios habitando "otro mundo". Los primeros pensadores de la Cultura Occidental en argumentar sobre la existencia de otros mundos equivalentes al nuestro en naturaleza, y sistematizar la idea de un universo lleno de otros mundos habitados, fueron los griegos Tales de Mileto y Anaximandro en el 70 y 60 siglo adC. Los atomistas incluyendo a Demócrito retomaron dicha idea, ya que la consideraban un resultado inevitable de sus ideas, pues argüían que un universo infinito (como afirmaban era el mundo) debería contener forzosamente infinitos otros mundos como el que conocemos. Sin embargo y por regla general, tales ideas eran refutadas por la cosmología aceptada como válida en dicha época: el geocentrismo ptolemaico, que privilegiaba a la Tierra sobre todos los astros. El mismo Aristóteles (fuente del geocentrismo ptolemaico) negaba la teoría de la pluralidad de los mundos.

La noción extraterrestre está también presente en el judaísmo, pues el Talmud afirma que existen al menos otros 18000 mundos, pero sin elaborar sobre su naturaleza y sin definir si son físicos o espirituales. Basándose en esto, textos eruditos como el "Sefer HaB'rit" establecen la posibilidad de mundos materiales habitados, pero no por humanos sino por seres carentes de libre albedrío.

En el Islam, hay un pasaje del Corán que alaba a Allah y lo proclama "Señor de todos los mundos", implicando la posibilidad de múltiples mundos habitados.

Cuando la Cristiandad se extendió en Europa, el sistema geocéntrico de Ptolomeo se convirtió en la cosmología aceptada en todos los reinos cristianos. Aunque la iglesia rara vez se pronunciaba sobre el tema, la noción de otros mundos habitados era por lo general considerada como aberrante o herética, pues entraba en contradicción con la cosmología comúnmente aceptada. Salvo algunas excepciones, el tema fue escasamente discutido durante la Edad Media.

Dicha situación cambió con la invención del telescopio y el advenimiento del modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico. Aunque las ideas sobre extraterrestres siguieron siendo consideradas heréticas incluso tiempo después de dichos eventos. El más conocido de los pensadores en defender de nuevo las tesis de pluralismo cósmico, es precisamente Giordano Bruno, quién en el siglo XVI afirmó que el universo era infinito y que las estrellas eran análogas al Sol, y que eran el centro de otros sistemas solares, que imaginaba también habitados. Afirmar dichas ideas le llevó a la muerte en la hoguera.


En la literatura

La vida extraterrestre aparece también en la ficción y la literatura desde mucho antes del inicio del siglo XX. El poeta didáctico Henry More tomó el clásico tema del pluralismo cósmico del filósofo griego Demócrito en su poema Demócrito platonizante, o un ensayo sobre la infinidad de los mundos. Desde la afirmación de que "el sol de nuestro mundo / es una estrella para el resto", More daba un salto especulativo hacia la existencia de planetas fuera del Sistema Solar.

La posibilidad de vida extraterrestre era una trivialidad del discurso educado durante el siglo XVII, aunque en el poema "El Paraíso Perdido" (1667) Milton empleó cautelosamente este tema cuando el ángel sugiere a Adán la posibilidad de vida en la Luna:

Sus huellas has visto
Así como nubes, y las nubes lloverán, y lluvia producirán
Frutos en su suelo ablandado, para algunos que los consumirán Asignados allí; junto con otros soles, quizás,
Con sus lunas acompañantes, se marchitaran,
Comunicando sus luces masculina y femenina,
Cuál dos grandes sexos que animan al mundo,
Albergados en cada Orbe quizás con algunos que viven.

Fontanelle expandió la esfera creativa del Creador, en lugar de negarla, en su obra: "Conversaciones sobre la Pluralidad de los Mundos". Y en "La Excursión" (1728) David Mallet exclamó: "Diez mil mundos resplandecen; cada uno con su carga/De mundos poblados".

En 1752, Voltaire publica el cuento corto Micromégas, que avanza muchas de las nociones que luego se ven expresadas de forma recurrente en la ciencia ficción incipiente y contemporánea. En particular, la idea de que los alienígenas pueden viajar entre las estrellas y venir a la Tierra (hasta llega a sugerir cierta propulsión luminosa, análoga a una vela solar ), y que son distintos a los humanos de forma fundamental (en este caso, en talla, tiempo de vida y cantidad de sentidos).


Enfoques científicos sobre la vida extraterrestre

La proto-ciencia que estudia la vida extraterrestre se llama exobiología o astrobiología.
Debido a que es un fenómeno que permanece fuera de los alcances de la ciencia (al no disponerse de ejemplos o refutaciones), no existe una disciplina "formal" que estudie la vida extraterrestre per se, ni ninguna currícula académica que forme expertos en ello. Aquellos que se han aproximado al tema de manera científica, son por lo general expertos en áreas diversas, que por interés meramente personal han elaborado hipótesis sobre las posibilidades de vida en otros mundos, y han compartido sus puntos de vista a través algún medio. Pese a ello, una cantidad impresionante de trabajos y publicaciones serias sobre el tema han aparecido, de modo que puede hablarse de una cuasi-ciencia dedicada a estudiar un fenómeno carente de evidencia alguna, así como de refutaciones. La proto-ciencia que estudia la vida extraterrestre se llama exobiología o astrobiología.


Preguntas y argumentos

Hay muchas preguntas acerca de cómo debe ser la vida extraterrestre, incluyendo las siguientes:

¿Podrían no estar basadas en el carbono? Por ejemplo, estar basadas en el silicio. ¿Cuál es la probabilidad de que la vida evolucione? ¿Cómo difieren dependiendo del tipo de vida (unicelular, multicelular, inteligente, tecnológicamente avanzada)?. ¿Qué condiciones requiere la evolución de la vida?.

Los detractores de la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre indican que no es lógico hipotetizar sobre hechos no conocidos o probados; tales como formas de vida que no se basen en el carbono, ecosistemas avanzados que no sean ricos en oxígeno, ni planetas con biosfera significativamente similar de la propia Tierra en términos astronómicos (temperatura media, tipo de estrella de la cual dependen, etc.).


Principio de mediocridad

Debido a que el único ejemplo de vida en el universo que conocemos, es la vida en el planeta Tierra, los que se interesan en el tema siguiendo un enfoque racional, suelen seguir el principio científico de mediocridad, al afirmar que la vida en el planeta Tierra no es un caso especial, y por lo tanto la vida como la conocemos puede ser considerada un ejemplo típico de lo que la vida sería en todas partes. Esta presunción es relevante, pues determina fuertemente las acciones que emprenden los que buscan probar científicamente la existencia de la vida fuera de la Tierra. Dicho principio de mediocridad, pese a su estatuto de conjetura, permite incluso hacer algunas predicciones sobre los posibles atributos de la vida extraterrestre. En particular, se admite que existen atributos universales de la vida, por ejemplo, se acepta que la evolución darwiniana es universalmente válida, y que toda potencial criatura viviente debería sus características a un proceso de selección natural, tanto en la Tierra como en cualquier lugar del universo.

Existen otros atributos o características cuasi-universales en las especies que, al repetirse una y otra vez pero de diferentes formas en diferentes especies en la biosfera terrestre debido a la evolución convergente, se consideran como altamente probables en una hipotética biósfera alienígena. Cosas como la aparición de los sentidos, las extremidades adaptadas para diferentes medios, y muy probablemente la fotosíntesis cuando hablamos del reino Vegetal.

En este sentido, existe una gran multitud de formas para hipotetizar como sería la vida estaterrestre. Existen otros atributos más particulares que muchas veces se dan por sentados, pero que según los expertos no lo serían, ya que no responden a una necesidad evolutiva mejor que otros y no se dan en todas las especies presentes en un mismo hábitat; por lo cual estos pueden variar o no existir. Órganos como la mano humana, o la posición de ojos, nariz y boca similar a la humana. También hay otros atributos, entre ellos por ejemplo el caso del esqueleto, que aunque se considera como una necesidad para criaturas de cierta talla, este podría ser muy diferente a lo que conocemos; así por ejemplo la columna vertebral, sería una invención terrestre, ya que no se presenta en todos los organismos del planeta tierra.

Los detractores a esta hipótesis indican que para que exista evolución convergente, debe existir condiciones de medio ambiente muy similares entre otros factores, en que es muy difícil por probabilidad que ocurran; ya que no se conoce que existan planetas con biosfera significativamente similar de la propia Tierra en términos astronómicos (temperatura media, tipo de estrella de la cual dependen, etc.).


Hipótesis de la Tierra especial

En contraposición al principio de mediocridad, existen los que afirman que la vida en la Tierra no es un caso mediocre, y que las condiciones necesarias para su aparición son tan únicas y particulares, que bien puede ser posible que existan muy pocas, o incluso solo un planeta con vida en el universo: la Tierra.

Los ponentes de esta hipótesis notan que la vida en la Tierra, y en particular la vida humana, parece depender de una larga, y extremadamente afortunada cadena de eventos y circunstancias, que bien podrían ser irrepetibles incluso en la escala cósmica. Por ejemplo, se menciona con regularidad que sin una Luna tan grande como la que tiene la Tierra, el planeta tendería a presentar una precesión mucho más importante, cambiando drásticamente de inclinación en su rotación, afectando de manera caótica el clima y muy posiblemente, imposibilitando la vida como la conocemos.

Panspermia es la teoría que sostiene que la vida en la Tierra proviene del espacio.
Se mencionan también otras aparentes casualidades afortunadas, como el hecho de que el Sol está en un lugar de la Vía Láctea que es relativamente libre de supernovas, en contraposición al centro galáctico. O que el Sol es del tamaño justo para dar energía suficiente, y durar lo suficiente, como para que la vida haya aparecido.

Otra positiva casualidad para la vida en la Tierra es la existencia de un planeta del tamaño de Júpiter, como apuntan los autores del libro Rare Earth, en una órbita estable, casi circular, y a la distancia suficiente de la Tierra para atrapar numerosos cometas y asteroides que, de otro modo, terminarían impactando con el planeta arruinando todo tipo de vida incipiente. Esas entre muchas otras casualidades que separadamente pueden parecer triviales, pero que juntas convierten a la Tierra en un lugar cósmicamente especial.

Sin embargo desde fines del siglo XX, producto de nuevos descubrimientos, tales como la existencia de moléculas orgánicas en el espacio, y el demostrado hecho que los planetas extrasolares son relativamente comunes, algunos entre los cuales (todavía por descubrir) podrían presentar condiciones factibles para la vida; han hecho esta hipótesis ya no sea compartida por buena parte de la comunidad científica.


Otras teorías

Panspermia es la teoría que sostiene que la vida en la Tierra proviene del espacio, especulando que la vida llegó de otros cuerpos celestes (quizás de planetas extrasolares) en forma de esporas, viajando en meteoros y polvo cósmico que serían arrojados al espacio por choques meteóricos. Existe una variante de esta teoría, que afirma que la vida es estrictamente originaria del Sistema Solar, pero que sí se difundió a la Tierra (o incluso, desde la Tierra hacia otros cuerpos) a través del mecanismo de esporas en meteoros, a esta teoría se le llama Transpermia.

La especulación sobre las posibles formas de vida extraterrestres, especialmente las inteligentes, así como sus posibles civilizaciones y relaciones con los seres humanos han sido y son tratadas también por la Ciencia ficción y la Ufología.


Búsqueda de vida extraterrestre

Los científicos buscan vida extraterrestre principalmente de tres maneras:
  • Búsqueda directa, es decir, la observación de vida microbiana o de cualquier tipo en los cuerpos celestes que la humanidad llegue a visitar.
  • Detección indirecta, o la detección de características o marcas distintivas de la vida en cuerpos celestes a través de telescopios avanzados.
  • Escucha de señales artificiales, que permitiría detectar verdaderas civilizaciones extraterrestres que emiten radiación electromagnética como un subproducto de su avance tecnológico.

Búsqueda directa

Fuentes de Encélado
Fuentes de Encélado; imagen obtenida por Cassini/Huygens
Debido a que, en la práctica, los únicos cuerpos celestes que el ser humano puede visitar son los de nuestro Sistema Solar, la búsqueda directa de vida extraterrestre se ha limitado a dicho sistema; principalmente a la búsqueda de vida microscópica, ya sea fósil o activa. Sin embargo no todos los cuerpos del sistema solar se consideran aptos para la presencia de vida. Actualmente se considera como posibles objetivos de búsqueda a:
  • El planeta Marte, idea respaldada por las teorizadas similitudes pasadas y presentes entre la Tierra y ese planeta: principalmente la ya confirmada presencia de agua en abundancia y de una densa atmósfera en el pasado remoto. Estos hechos, y la cercanía relativa de Marte, han causado que sea el cuerpo celeste más explorado por la astrobiología: ya se ha buscando evidencia de actividad biológica en Marte durante las misiones Viking 1 y Viking 2 de la NASA, con resultados ambiguos pero por lo general considerados como negativos. Hay fuertes controversias sobre estas evidencias de existencia de vida microbiana en Marte. Un experimento de la Viking Mars Lander informó de emisiones de gas desde el caliente suelo marciano, que algunos arguyen son coherentes con la presencia de microbios. Sin embargo, la carencia de evidencias o de corroboración mediante otros experimentos en la Viking Mars Lander, sugieren que una reacción no biológica es la hipótesis más acertada.

  • Meteoritos provenientes de Marte que han caído en la Tierra: debido a la cercanía relativa entre Marte y la Tierra y la baja gravedad marciana, se acepta como un hecho que ciertos meteoros son rocas marcianas eyectadas por choques meteóricos mayores, que tras vagar durante millones de años en el espacio, chocan por azar contra nuestro planeta. El 6 de agosto de 1996, expertos de la NASA revelaron públicamente que un meteorito de ese tipo llamado ALH84001, encontrado en la Antártida, mostraba evidencias de una posible actividad biológica microscópica; en particular, restos parecidos a bacterias fosilizadas. Este estudio ha sido ampliamente debatido y criticado en sus conclusiones, manteniéndose hasta el día de hoy en la polémica.

  • La luna de Júpiter Europa: desde el paso de las misiones Voyager 1 y Voyager 2 se cree que Europa tiene un océano de agua líquida de varios kilómetros de profundidad, bajo el hielo que cubre su superficie. Debido al hecho comprobado que las fuerzas de marea y la resonancia orbital provocan el calentamiento de Io (la luna mayor más cercana a Júpiter), originando vulcanismo, se cree que Europa presentaría similar actividad volcánica, al ser la segunda en distancia justo después de Io. Por tanto, se cree que podría haber fuentes de calor y vertidos de sustancias químicas en dicho océano. En la Tierra se conocen ejemplos de ecosistemas abisales que dependen de la actividad geotérmica para su subsistencia, de modo que dicha posibilidad en Europa no puede excluirse, llevando incluso a expertos a proponer una misión no tripulada a Europa, consistente en una sonda de alunizaje y un submarino robótico capaz de penetrar la gruesa capa de hielo. Dicha misión no se encuentra actualmente en los planes de ninguna agencia espacial, y de concretarse, se realizaría varias décadas en el futuro.

  • La luna Encélado de Saturno. Durante la misión Cassini-Huygens de la NASA y ESA se descubrió que Encélado eyecta grandes cantidades de agua al espacio a través de enormes géiseres, revelando la presencia de un activo criovulcanismo y una muy alta posibilidad de reservorios de agua líquida bajo la superficie helada. Encélado es una sorpresa para la astrobiología y la planetología, pues nadie esperaba encontrar tal actividad en una luna tan pequeña; pero ahora los expertos consideran que podría ser incluso más factible que Europa como lugar de búsqueda de vida, pues se cree que sus capas de hielo superficial son mucho más delgadas, haciendo más fácil acceder al agua subterránea. El hecho conocido de que agua escapa al espacio exterior es una evidencia de ello.

Búsqueda indirecta

Terrestrial Planet Finder
Terrestrial Planet Finder - Un proyecto de telescopio espacial dedicado a fotografiar planetas extrasolares.
Debido a la recientemente adquirida capacidad para detectar planetas extrasolares o exoplanetas orbitando estrellas distintas a nuestro Sol, entre la comunidad astronómica se ha generado un fuerte interés en descubrir mundos comparables en tamaño y propiedades a la Tierra; planetas que apenas empiezan a ser detectados. También hay un fuerte interés en la posibilidad de observar realmente tales mundos usando telescopios mucho más perfeccionados que los disponibles actualmente.

Hasta la fecha sólo hay un ejemplo de observación directa de un planeta extrasolar (véase GQ Lupi); y aunque empieza a ser posible detectar planetas de tamaño equivalente a la Tierra (véase Gliese 876) en otro sistemas, obtener fotografías de ellos todavía no es posible, debido a que los instrumentos disponibles no son lo suficientemente sensibles para separar el enorme brillo de la estrella del de sus planetas. Eso puede cambiar en un futuro cercano, cuando telescopios como el Terrestrial Planet Finder de la NASA o el proyecto Darwin de la ESA entren en funcionamiento. Entre las funciones de tales dispositivos está la de obtener fotografías de los planetas, y detectar propiedades fundamentales de los mismos, como su temperatura, o la presencia o ausencia de atmósfera, así como detalles sobre su composición (mediante Espectrocopía).

Existen quienes creen que tales métodos permitirían detectar mundos donde existan procesos biológicos comparables a los presentes en la Tierra. La idea está respaldada por el hecho de que la luz que refleja nuestro planeta lleva consigo "marcas" que revelan la presencia de la vida; por ejemplo, la presencia de un alto nivel de oxígeno, y ciertas variaciones del espectro infrarrojo, que revelan la presencia de vegetación.

Desde luego, tales métodos de detección asumen que la vida en la Tierra es un caso mediocre, y que las características de la luz reflejada por la Tierra son compartidas por todos los casos. Este método de detección tiene la ventaja de permitir la detección de mundos con vida primitiva (y que no transmiten ondas de radio como lo espera el SETI), con la condición de que dicha vida haya modificado la atmósfera, de manera análoga a como la vida ha cambiado la atmósfera terrestre desde su aparición.


Escucha de señales artificiales

Por otro lado, se ha teorizado que cualquier sociedad tecnológica estará trasmitiendo información: radiaciones electromagnéticas generadas por el hombre son detectables en un radio de más de 50 años luz de la Tierra, y están en constante expansión. El proyecto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) o "Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre", analiza los datos recogidos por los grandes radiotelescopios y los analiza buscando pautas artificiales utilizando superordenadores, así como un gran proyecto de computación distribuida en el mundo; SETI@home. Hasta la fecha, no obstante, tan solo la señal WOW! ha sido reseñable en esta búsqueda.


Mensajes sin destino

A lo largo del tiempo se han producido también una serie de iniciativas en sentido contrario: no buscar la señal de una posible inteligencia extraterrestre, sino informar de nuestra presencia a potenciales civilizaciones que estén a la escucha. La primera fue el llamado Mensaje de Arecibo, lanzado en 1974 en dirección al cúmulo de estrellas de M13. A bordo de las sondas Pioneer 10 (en dirección a la estrella Aldebarán) y Pioneer 11 (en dirección a la constelación de Aquila) se encuentran sendos mensajes (véase Placa de la Pioneer) destinados a una posible civilización extraterrestre que pudiese interceptar las sondas. Lo mismo ocurre en en caso del Disco de oro de las Voyager, en las sondas Voyager 1 (en dirección a la constelación de Ofiuco) y Voyager 2 (en dirección a la estrella Ross 248). Más recientemente, en 2008, un equipo de científicos ucranianos ha enviado mensajes en dirección al sistema Gliese 876.



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