Iniciación Martinista


El Martinismo es una escuela de alto hermetismo, que se descubre a muy poca gente, prefiriendo la calidad a la cantidad.

La iniciación Martinista es el resultado de una enseñanza, pero hay en su desarrollo una parte inmensa de formación personal. Cualquier poder conocido por la naturaleza o la sociedad, para ser útil debe desarrollarlo y adaptarlo a su función, aquél que ha de beneficiarse.

Existe una cualidad de alma, que caracteriza esencialmente al verdadero Martinista; es aquella afinidad entre espíritus unidos por un mismo comportamiento intelectual, por las mismas tendencias. De todo lo cual se sigue la obligatoria constatación que el Martinismo está compuesto por seres que, en una primera etapa, meditan aislados y solitarios en el silencio de su gabinete, buscando su propia iluminación.

Cada uno de estos seres, en una segunda etapa, tiene el deber, una vez que han adquirido el conocimiento de las leyes del equilibrio, de transmitir su comprensión a su alrededor, a fin de que quienes deban comprender, participen de la verdad de su vida espiritual. Es aquí entonces, donde interviene la misión de servicio del Martinismo. Es solamente en este sentido que esta corriente espiritual especial encuentra su lugar en la tradición occidental.

Los asuntos de dinero son casi desconocidos en la Orden. Los grados son conferidos siempre al mérito y no pueden ser nunca objeto de tráfico.

La afiliación a la Orden Martinista es buscada sobre todo por la instrucción, que lleva bastante lejos y que comprende el estudio profundo del simbolismo y el hermetismo.

La Orden abre sus portales tanto a los hombres como a las mujeres, no demanda a sus miembros ningún juramento, sólo solicita a su tiempo, un compromiso de trabajo sincero. Tampoco impone ningún dogma.

Acoge sin distinciones a todos los que sienten en sus corazones el amor por el prójimo y que desean trabajar por el bien común.

Dentro de la orden es de rigor poseer el espíritu de comprensión más acentuado.


La Institución está organizada en Círculos y Grupos

El interesado ingresa primero a los Círculos Martinistas. Aquí recibirá una instrucción amplia y general, se familiarizará con el método de trabajo (que es completamente distinto al de otra organización). Conocerá a sus Educadores. Su ingreso aquí es sin compromiso alguno. En cuanto a lo material, se le pedirá pasado un tiempo prudente y si decide quedarse, una pequeña cuota mensual para contribuir a la mantención del local o bien para los gastos del curso por correspondencia. Si el estudiante se aviene con sus instructores y con el grupo, si ha demostrado pureza de intenciones y si encuentra que éste es un camino que puede y desea seguir, ingresará en su oportunidad a los Grupos Martinistas, que constituyen la Orden propiamente tal. Si considera que no es ese su camino, podrá retirarse cuando lo desee. De todas maneras, quedará con un conocimiento suficiente para discernir qué otra ruta tomar, de acuerdo con su temperamento y sus experiencias. En ambos casos, el Círculo cumplirá su objetivo, que no es, en ningún caso, el de hacer proselitismo o forzar algún compromiso.

Como se ha indicado, la Orden propiamente dicha está formada por los Grupos Martinistas, que comprenden tres grados. El primero, cuyos integrantes se denominan "Asociados"; el segundo, cuyos integrantes se denominan "Asociados Iniciados"; y el último, formado por los "Servidores Incógnitos". Existe un cuarto grado (Servidores Incógnitos Iniciadores") que se confiere a muy pocos y exclusivamente a quienes dirigen Grupos y están en condiciones de instruir y guiar a los adeptos.

Es preciso que el Martinismo, en todas las regiones del globo, esté formado por servidores perfectos y sucesores reales de los verdaderos maestros del movimiento, los Servidores Incógnitos, de los cuales el primero en ser conocido por el mundo profano fue Louis-Claude de Saint-Martin, a quien aún suele dársele el título de "Filósofo Incógnito".


Louis-Claude de Saint-Martin

Luis Claude de San Martín
Louis Claude de Saint-Martín
A finales del siglo XVIII sobresalía en Francia un hombre de aspecto bondadoso, modales dulces, y una amplia cultura, que atraía a los espíritus refinados, y a los más altos círculos de la sociedad francesa, con una filosofía muy espiritual y esperanzadora.

Se le conocía con el sobrenombre del Filósofo Desconocido, pseudónimo con el que firmaba sus obras, y a él pertenecen las siguientes frases:
  • El hombre es Hijo de Dios y colaborador de Dios
  • Todo cuanto se encuentra en el universo y en la Naturaleza, también se encuentra en el Hombre
  • El ser humano es un angel caido, pero su voluntad y libre albedrío lo llevarán de nuevo a la luz de donde vino
  • Dentro de nosotros se encuentra el Árbol de la Vida, y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
Este personaje era Louis Claude de Saint Martín, el Filósofo Desconocido, quien había recibido gran parte de sus enseñanzas dentro de la Orden de los Caballeros Elegidos Cohem del Universo, que fue fundada por el español Martínez de Pasqually, siendo su secretario y uno de sus discípulos preferidos.

Louis Claude de Saint Martín, a través de la preparación que recibió de su Maestro, y por su propia evolución espiritual, creó un sistema de filosofía espiritual muy elevado que, aún hoy, sigue siendo un camino de inspiración para muchas almas que aspiran a reintegrarse en el Reino Primordial (el mundo espiritual) donde el Hombre, al principio, gozó de amplias prerrogativas hasta su caída voluntaria, para desempeñar una misión, en el mundo material, o bosque de los errores.

A este sistema de filosofía espiritual que, durante siglos, ha causado admiración por su elevado y refinado sentido de la percepción de lo espiritual y de la Unidad que hay en toda la Creación se le conoce como el Martinismo.
Fuentes:
http://www.iniciados.org/
http://www.martinismo.org/