El hallazgo de Nikolai Notovich


En nuestra primera visita a la casa del profesor Hassnain en Srinagar, éste nos narró cómo y por qué llegó a interesarse por el tema de los viajes de Jesús a Cachemira.

Hallándose un crudo mes de enero en Ladakh, región montañosa limítrofe entre Cachemira y el Tibet, quedó aislado por la nieve en su capital, Leh.

Para matar el rato, el profesor Hassnain se dedicó a revisar viejos textos y manuscritos conservados en las bibliotecas de la lamasería de Leh.

Así fue como se topó con los 40 volúmenes de diarios de los misioneros alemanes doctores Marx y Francke, misioneros de un grupo religioso que recorría los lugares apartados del mundo. No iban a capitales como Srinagar o Nueva Dehli sino a puntos más remotos como por ejemplo Leh, en Ladakh. El diario estaba fechado en 1894. El doctor Hassnain, que no lee alemán, lengua en la que estaba escrito el diario, sintió sin embargo curiosidad por este manuscrito, y comenzó a pasar sus páginas. En esto se topó con un nombre escrito en rojo: San Issa. Frente a este hombre aparecía el de Nikolai Notovitch. Dado que no podía leer el texto, el profesor Hassnain optó por fotografiar las dos páginas del manuscrito en que aparecían estos nombres.

De regreso ya en Srinagar, el profesor Hassnain se hizo traducir estas dos hojas. Se enteró así de que los misioneros doctores Marx y Francke hacían referencia en su diario a unos manuscritos hallados por Notovitch en la lamasería de Hemis, a 38 kilómetros al sureste de Leh. Según estos manuscritos hallados por Notovitch, Jesús habría estado en la India y en las regiones más norteñas del Tibet y de Ladakh precisamente durante estos 18 años en que la Biblia no da razón de su paradero. Los dos misioneros alemanes no dan crédito a los informes de Notovitch. Tampoco dan crédito a este primer viaje de Jesús a la India los responsables del movimiento Ahmadiyya. En cambio, el profesor Hassnain está convencido de la autenticidad del testimonio de Notovitch, y cree que Jesús huyó hacia Cachemira después de ser salvado de la muerte en la cruz, precisamente porque ya habría estado anteriormente en Cachemira.

Pero vayamos al texto de Notovitch. Nicolai Notovitch fue un viajero ruso que a finales de la década de los 80 del siglo pasado, exploraba los territorios norteños de la India avanzando hacia Cachemira y Ladakh, región conocida también como el «pequeño Tibet». Después de visitar Leh, capital de Ladakh, Notovitch prosiguió viaje hasta llegar a la lamasería de Hemis, una de las principales de la región, que alberga además una vasta biblioteca de obras sagradas. Conversando con el lama principal de esta lamasería, Notovitch le refiere que en una visita reciente a la lamasería de Moulbek, situada en lo alto de los riscos que culminan el pueblo de Wakha, le habían sido narradas cosas interesantes acerca del profeta Isa. Y le pidió al lama de Hemis que le contara más cosas acerca de este profeta.

El lama le contestó que el nombre de Isa era muy respetado entre los budistas, pero que era conocido con exactitud únicamente por los lamas importantes que habían leido los rollos que relataban su vida. Le dijo también que existen una infinidad de budas similares a Isa, y que los 84.000 rollos que existen abundan en detalles acerca de cada uno de ellos. Pero que muy pocas personas habían leido escasamente una centésima parte de estos rollos. De acuerdo con las costumbres establecidas, cada pupilo o lama que visitaba Lhasa, la capital del Tibet, no debía dejar de hacer un regalo de una o más de estas copias a la lamasería a la que pertenecía. Le dijo el lama a Notovitch que su monasterio (el de Hemis) poseía un gran número de estos rollos, y que entre ellos había descripciones de la vida y de la labor del buda Isa, que enseñó las doctrinas sagradas en la India y entre los hijos de Israel.

Continuó el lama explicando que los rollos traídos desde la India al Nepal y del Nepal al Tibet, en que se relataban la vida y las obras de Isa, estaban ecritos en lengua pali, y que se encontraban en Lhasa, pero que una copia en lengua tibetana existía en la lamasería de Hemis. Las masas, sin embargo, ignoraban esto. Apenas había alguien más aparte de los grandes lamas que conocía a Isa, porque ellos habían dedicado su vida entera al estudio de estos rollos que relataban los hechos de Isa. Pero dado que su doctrina no constituía una parte canónica del budismo, y dado que los adoradores de Isa, los cristianos, no reconocían la autoridad del Dalai Lama, en el Tibet el profeta Isa, como muchos otros similares, no era reconocido como uno de sus santos principales.

Llegados a este punto del relato, Notovitch le preguntó al lama si era posible mostrar a un extranjero estas copias que conservaba en su lamasería. El lama le replicó que lo que pertenece a Dios pertenece también a los hombres y que era su deber de lama ayudar a la propagación de sus doctrinas. Pero le dijo también que no tenía noción en aquellos momentos de dónde en su biblioteca se conservaban los rollos mencionados y que si en alguna otra ocasión Notovitch visitaba la lamasería, se los tendría preparados y se los mostraría gustosamente.

A Notovitch no le quedó otro remedio que regresar a Leh e ingeniarse un plan para hallar una excusa y poder regresar a la lamasería. Dos días después envió al lama superior un regalo consistente en un reloj de alarma y un termómetro con un mensaje de que probablemente volvería a rendir una segunda visita a la lamasería antes de abandonar definitivamente Ladakh, y que esperaba que el lama la mostraría entonces los rollos que habían sido el motivo de su reciente conversación. Notovitch se había propuesto abandonar Ladakh y encaminarse hacia Cachemira para volver más tarde al monasterio y no despertar interés en los rollos que hablaban de Isa. Pero la casualidad jugó en su favor, ya que al pasr junto a la montaña en cuya cumbre está la lamasería de Pittzk, su caballo tropezó lanzando a Notovitch al suelo, lo que le causó la fractura de una pierna. No deseando regresar a Leh ordenó a sus porteadores que le llevasen a la lamasería de Hemis, donde fue amablemente recibido y atendido.

Refiere Notovitch que estando inmovilizado en la cama, y mientras un joven iba girando ininterrumpidamente el cilindro de oraciones junto a su lecho, el venerable anciano que gobernaba la lamasería le entretenía con interesantes historias. A menudo le hablaba del reloj de alarma y del termómetro que Notovitch le había enviado como regalo, preguntándole acerca de su correcto uso. Finalmente, dice Notovitch, accedió a sus insistentes preguntas acerca de Isa y trajo dos grandes paquetes de libros cuyas hojas estaban ya amarillentas por el paso del tiempo. El lama le leyó entonces a Notovitch la biografía de Isa, mientras nuestro ruso viajero iba apuntando cuidadosamente en su bloc de notas, todo cuanto su intérprete le iba traduciendo. Este curioso documento está escrito en forma de versos aislados que muy a menudo no guardan relación el uno con el otro.

© Andreas FABER-KAISER
fuente: Web AFK