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Exorcismo en Connecticut



Exorcismo en Connecticut Título V.O.: The haunting in Connecticut
Año de producción: 2009
Distribuidora: DeAPlaneta
Género: Terror
Clasificación: Pendiente por calificar
Estreno: 7 de agosto de 2009
Director: Peter Cornwell
Guión: Tim Metcalfe, Adam Simon
Música: Robert J. Kral
Fotografía: Adam Swica
Intérpretes: Martin Donovan (Peter), Elias Koteas (reverendo Popescu), Virginia Madsen (Sara Campbell), Kyle Gallner (Matt Campbell), Amanda Crew (Wendy), Erik J. Berg (Jonah), Sophi Knight (Mary), Ty Wood (Billy)

Sinopsis

Exorcismo en Connecticut La familia Campbell acaba de mudarse a una casa victoriana en Connecticut, pero lo que parece ser un lugar apacible se ve perturbado por una serie de fenómenos extraños relacionados con el más allá. Pronto, los Campbell descubren la verdad: su nueva residencia fue unafuneraria durante los años 20. Por si eso fuera poco, se dice que el hijo de su antiguo propietario, Jonah, se convirtió en un mensajero satánico después de comunicarse con los muertos. Ahora Jonah ha regresado desde el infierno.

"Exorcismo en Connecticut" narra una experiencia real, la vivida en 1987 por una familia recién mudada a una casa antigua. Son muchos los sucesos relacionados con fantasmas en la historia de Estados Unidos, pero los expertos coinciden en que éste es uno de los más terroríficos (y por qué no, también uno de los más cinematográficos). La película ha sido dirigida por Peter Cornwell, un debutante que sorprendió a los productores con el corto animado de terror "Ward 13". Cornwell apuesta por un miedo realista de corte gótico, con imágenes sorprendentes y en algún caso macabras.

El reparto cuenta con la participación estelar de Virginia Madsen, matriarca de la familia afectada en la ficción y nominada al Oscar por "Entre copas". Junto a ella, Martin Donovan (La sombra de la sospecha), Elias Koteas (El curioso caso de Benjamin Button) y dos jóvenes valores: Kyle Gallner, al que veremos en la nueva "Pesadilla en Elm Street", y Amanda Crew (Sex Drive).


Exorcismo en Connecticut Crítica

Nos la venden con la postilla esa que reza que la película está basada en hechos reales. Seguramente que sí, como "La matanza de Texas" que también presumía de lo mismo. No nos lo creemos pero da igual, ese no es el quid de la cuestión. "Exorcismo en Connecticut" se esmera por no ser la clásica película terrorífica de presencias diabólicas y pasillos crujientes, y eso ya merece medio aplauso. Peter Cornwell se afana trabajando eficientemente en la creación de una atmósfera inquietante, viciada y paranormal que haga juego con el meollo trágico en sí de la historia. Su película intenta equilibrar el miedo y el drama, consciente de que si por algo se recordará la película es más por lo segundo que por lo primero.

Exorcismo en Connecticut A pesar de todo el dramón familiar, probablemente razón para colgar la etiqueta en los créditos de los hechos reales, acaba devorado inexorablemente por la tentación del miedo y el suspense de perogrullo. "Exorcismo en Connecticut" esboza un planteamiento jugoso e interesante, una encrucjiada familiar de muchos voltios que busca con ahínco las dobleces de un género trillado. Enseguida descubrimos que no había para tanto. No es una mala película pero está muy lejos de ser buena. La cinta de Cornwall va desencajando el rostro a medida que hace camino, patinando hacia abc de los topicazos y estereotipos del género. A nuestro pesar estamos en un espectro de cine con demasiados antecedentes.

Espiritismo de cajón, casas con pasado turbio que carga el diablo y acaban cebándose con los inocentes nuevos inquilinos y, sobre todo, cantidad de tarima crujiente, de puertas de mal engrasado y de portazos compulsivos como elementos vertebradores del suspense. Cornwell sube el volumen de la ambientación sonora al máximo intentando meternos en el ajo mediante atajos. Y lo consigue muy malamente. Tiene suerte de tener en su bando a la espléndida, casi siempre, Virginia Madsen, una actriz de esas capaces de insuflar credibilidad a cualquier personaje que se le ponga por delante. Sin ella de por medio la película moriría en el segundo acto.

Fuente: 20minutos.es



Se cumplen 60 años del caso que inspiró la novela y el célebre filme de terror: "El Exorcista"

Escaleras en donde se filmó el final de 'El exorcista'
Escaleras en donde se filmó el final de "El Exorcista"
DAVID ALANDETE - Washington - 30/08/2009

Este año se cumplen seis décadas del exorcismo real que inspiró una de las sagas de terror más célebres del siglo XX. La historia de Reagan MacNeil, la niña de la novela El exorcista y el largometraje homónimo, se inspiró en un caso verídico. El endemoniado fue en realidad un niño, a quien los investigadores e historiadores llaman, simplemente, Robbie, y al que le sucedieron cosas extraordinarias e incomprensibles.

Fue víctima de arrebatos de ira y centro permanente de sucesos inexplicados. Dicen los que le trataron que hablaba en latín y que en su cuerpo aparecían marcadas palabras malditas. Un grupo de jesuitas norteamericanos entendió que era víctima del demonio y lo sometió a un duro y tortuoso exorcismo.

En la época, la prensa seria llegó a dar el hecho como algo verídico. Un diario tan prestigioso como The Washington Post publicó el 20 de agosto de 1949 que "en lo que es, tal vez, una de las experiencias más destacables de su género en la reciente historia religiosa, un niño de 14 años [de los suburbios de Washington] fue liberado por un cura católico de la posesión por el demonio, según informaron fuentes católicas".

El que sería autor de la novela y el guión del filme, William Blatty, estudiante en la Universidad de Georgetown, leyó el artículo. Corría por el campus de esa institución jesuita el rumor de que dicho "cura católico" era el padre William Bowdern. Blatty le escribió, pidiéndole ayuda. Se encontró con una negativa y una pista.

"Nosotros (otro cura y yo) mantuvimos un recuento al minuto, cada día, sobre los sucesos acaecidos el día y la noche anteriores", le dijo en una carta. Había, pues, un diario, escrito a mano, donde se narraba el exorcismo. Se cree que Blatty leyó partes de él. Pero fue Thomas Allen, historiador y escritor, el primero en lograr una copia, que reproduciría en la más reciente reedición de su libro Possessed, editado por iUniverse.

"Me pasé meses llamando a diversos padres jesuitas, preguntándoles si conocían al padre Walter Halloran, del que se decía que había presenciado el exorcismo y que lo había mencionado en una entrevista a un diario local de Nebraska. Finalmente le encontré", explica Allen. "Curiosamente, era la noche de Todos los Santos". Halloran, fallecido en 2005, reveló a Allen que existía aquel diario, escrito por un tercer cura, el padre Raymond Bishop. "Halloran era un rebelde. Decía que al padre Bowdern, el que realizó el ritual, le hubiera gustado que la gente supiera de aquel exorcismo. Así que me mandó una copia del diario", explica.

Así vio la luz la historia de Robbie, inexplicable para la ciencia y escondida por la Iglesia. El niño, que ahora vive en el anonimato, nació en 1935. Su calvario, según el relato de los jesuitas, comenzó el 15 de enero de 1949, cuando se comenzó a oír en su casa un arañazo persistente bajo el suelo, seguido por un extraño chirrido que parecía provenir del interior de su cama.

Aunque la familia era protestante, el caso llegó a las manos del padre católico Albert Hughes, párroco de la iglesia de Saint James, que vio cómo se multiplicaban acontecimientos extraños. "Cura de Cristo, sabes que soy el Demonio. ¿Por qué me molestas?", le dijo el niño en un perfecto latín, según recoge el diario de los jesuitas. Hughes lo ingresó en el hospital de Georgetown y trató de exorcizarlo, con la autorización expresa del arzobispo de Washington.

Entonces ocurrió el suceso que inspiró la novela de Blatty. En pleno ritual, el adolescente se liberó de las ataduras de su cama y atacó al reverendo con un muelle, provocándole una profunda herida en el brazo y el hombro, que requirió un centenar de puntos. Herido de gravedad, el padre abandonó el exorcismo, después de sufrir un ataque de nervios.

El barrio de Georgetown, plácido y exclusivo, es el marco de la novela y la película, con la Universidad y su rectorado, de estilo románico, de fondo. En el libro también se menciona la iglesia de la Santa Trinidad, en la que Reagan se cuela para profanar imágenes. En el largometraje se ilustró ese evento con la capilla Dahlgren, en la que el padre Damien Karras oficia misa. Junto a la casa en la que se supone que vivió la niña, en la calle Prospect, están las famosas escaleras del final del largometraje, aún tétricas, húmedas y oscuras.

En la historia real, sin embargo, la familia de Robbie era modesta. Vivía lejos del exclusivo refugio de Georgetown. Su barrio, Cottage City, es, aun hoy, uno de los más pobres de la zona metropolitana. Aunque no duraron mucho tiempo allí. Ante el escándalo que el niño había armado en el vecindario, decidieron marcharse a casa de unos familiares en San Luis, en el Estado de Misuri.

Allí consultaron con los jesuitas de la universidad católica local. El arzobispo de San Luis autorizó el exorcismo y el padre Bowden lo inició, descubriendo muy pronto a quién se enfrentaba. "La imagen del diablo y la palabra INFIERNO aparecieron [en el cuerpo del niño] en cuanto repetimos el Praecipicio, pidiéndole al espíritu maligno que se identificara", dice el padre Bishop en su diario. "El diablo apareció en rojo. Sus brazos se erguían sobre su cabeza y parecían estar palmeados, dándole la horrible apariencia de un murciélago", prosigue.

Bowden practicó las últimas fases del exorcismo en la planta psiquiatra del hospital de los Alexianos. El lunes de Pascua hubo una conversación en la que el niño decía hacer de portavoz del diablo. "Yo siempre estoy dentro de él", dijo, cuando le intentaron dar la comunión. Horas después, el niño, en pleno ataque, dijo tener la visión del arcángel san Miguel venciendo al diablo. Con una voz impostada, dijo: "Te obligo a ti, Satán, y a otros espíritus diabólicos a que abandonéis este cuerpo en el nombre de Dios, ahora". El drama, según las notas del jesuita, acabó en aquel momento.

A pesar de las razonables dudas sobre la veracidad de los hechos descritos en ese diario, el padre Bowdern siempre los dio por ciertos. Así lo creyó hasta su muerte en 1993. "Fue real", le dijo a Blatty en una carta. Al fin y al cabo, él era un cura católico y Roma reconoce las posesiones como reales. El texto original del Ritual romano, utilizado para el menester de los exorcismos, fue redactado en 1614 a instancias del papa Pablo V y modificado por última vez hace 10 años, bajo la tutela del cardenal Jorge Arturo Medina Estévez.

En una conferencia en la que presentó el nuevo ritual, en 1999, el cardenal dijo que la posesión es reconocible porque le permite al sujeto "hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas; desvelar cosas escondidas o distantes; demostrar fuerzas superiores a la propia condición física, y todo ello juntamente con una aversión vehemente hacia Dios".

Al pequeño Robbie, en 1949, se le practicaron todo tipo de pruebas médicas en el hospital de Georgetown. Los médicos temieron que sufriera un trastorno psiquiátrico. Los psiquiatras no encontraron un diagnóstico válido. Fueron su familia y los jesuitas los que creyeron que estaba poseído. Sus síntomas coinciden, es cierto, con los descritos por Medina Estévez. El resto quedará para siempre en el sombrío terreno del debate entre ciencia y religión.

Fuente: Elpaís.com

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