La explosión del Krakatoa


Luna Azul

Luna azulEn ciertos países hay un dicho común, de significado similar a nuestro "ocurre una vez cada muerte de obispo", y que se utiliza para indicar un evento que se produce sólo muy de vez en cuando. Eso "curre una vez cada luna azul...". Pero la luna no es azul, sino de un gris perlado. Los astrónomos tienen muy bien tipificado lo que es una luna azul, lo que pasaré a explicar de inmediato.

El ciclo lunar está más o menos de acuerdo con la longitud de los meses. En cada mes hay una luna llena, una menguante, un cuarto creciente y una luna nueva. Pero hemos dicho "más o menos de acuerdo".... El ciclo lunar mide 29 días, y da la casualidad de que tenemos uno de 28 (febrero, excepto en los años bisiestos) y varios meses de 30 y 31 días. Esto hace que sea posible que en un mismo mes caigan dos lunas llenas. Lo que los astrónomos conocen por "luna azul" es la segunda luna llena en el mes que por la disímil longitud del ciclo lunar y los meses tuvo la suerte de contar con dos de ellas. Si en un mes caen dos lunas llenas, la segunda se llama luna azul. Este fenómeno no es infrecuente: cada dos años y medio más o menos, somos capaces de observar una luna azul en el cielo.

Pero es sólo un nombre: la segunda luna llena en un mismo mes se ve de tonos tan grisáceos y perlados como la primera, o como cualquier otra. Muchas veces, los fotógrafos toman una foto de la Luna a través de un filtro azul, y de ese modo disfrutamos de la vista efectiva de un fenómeno que no es más, en realidad, que el resultado de la inclinación de los científicos a la terminología poética. Sin embargo, algunos hombres sí tuvieron en privilegio de ver a la Luna de color azul, prescindiendo de los beneficios de los filtros coloreados.

Ocurrió en el año 1883. Los astrónomos, científicos y gentes comunes de todo el mundo observaron con sorpresa que la Luna estaba azul. Azul profundo, celeste agua, azul marino, todos los tonos de azul se peleaban por colorear la cara de nuestro satélite. Y el extraordinario fenómeno no estaba solo: el Sol salía y se ponía mostrando un extraño color... ¡lavanda! Las nubes brillaban en el cielo nocturno. Y la Luna era azul. Y fue azul, y el sol lavanda, y las nubes luminosas en la noche, durante mucho tiempo. Años. Y años.

En ciertos lugares como Hawaii, las puestas de sol no eran azuladas ni verdosas, sino de un rojo tan violento que las gentes llamaban a los bomberos porque creían que se trataba de gigantescos incendios forestales en el horizonte... ¡si casi parecía que podían verse las llamas! Los bomberos acudían al lugar del "siniestro" sólo para comprobar que los habían llamado para que apagaran... una puesta de sol. Y, al salir la Luna, invariablemente era de color azul.

Las islas Georgias del Sur, pertenecientes a la Argentina y usurpadas por los británicos, fueron testigos de otro episodio extraordinario. Unos científicos alemanes se instalaron en ellas para celebrar el Año Geofísico Internacional observando un tránsito venusino por delante del Sol. Un equipo francés decidió hacer los mismos estudios, pero esta vez desde un apostadero ubicado en el Cabo de Hornos.

Mientras estudiaban el firmamento, tanto alemanes como franceses fueron se asombraron por un raro episodio: durante días registraron bruscas oscilaciones de las mareas, tanto de las Georgias como del Cabo de Hornos. Las mareas de la zona estaban perfectamente estudiadas desde los tiempos de DeLaRoche y Cook, y nadie, en esos momentos, pudo explicar los bruscos cambios e inversiones, como no se tratase de un cambio gravitacional de la Luna. Pero todos sabían que esto es imposible. ¿El año en que las mareas australes enloquecieron? El lector lo habrá adivinado ya. Fue el mismo año de la Luna azul, del Sol lavanda, de las nubes luminosas y de los fallidos intentos de los bomberos por apagar el crepúsculo a manguerazos: el año inolvidable, 1883.

¿Cuál era la causa de tantos fenómenos sorprendentes y jamás registrados en la historia de la ciencia? Todo comenzó en Indonesia. Allí existen muchos volcanes a lo largo del arco que forman las islas de Java, Borneo y Sumatra. El Arco Indonesio es una de las zonas más tectónicamente activas del planeta, más inestables geológicamente, más propensas a los terremotos y punteadas de grandes y poderosos volcanes, muchos de ellos activos.

En la isla de Rakata, existía un volcán activo al que los nativos llamaban Krakatau. Estaba ubicado a sólo 40 kilómetros al oeste del borde occidental de la isla de Borneo. El Krakatau, al que nosotros conocemos como Krakatoa, era sólo uno más entre las docenas de volcanes activos en la región, pero ha sido conocido y temido desde tiempos inmemoriales (en rigor, desde tiempos prehistóricos) por su desmedida violencia y su sanguinaria ferocidad. De hecho, los indonesios aún leen sus antiguas escrituras en sánscrito que relatan la monstruosa erupción del año 416 d.C., que borró todo rastro de vida en el Arco Indonesio y formó tres islas en un solo día: la propia Rakata, Panjang y Sertung.

El Anak Krakatau hoy Los geólogos nos dicen hoy que la explosión de 416 tuvo una consecuencia: bajo el volcán se formó una gigantesca cavidad (conocida técnicamente como "caldera") llena de magma hirviente, enterrada a más de 300 metros por debajo del volcán (y del suelo del Océano Índico).

Los volcanes con calderas son peligrosos... e impredecibles. No siempre se puede medir con precisión la presión interna. Si usted entiende de calderas comprenderá que esto es esencial: si la presión interna aumenta por encima del límite de seguridad, y no dispone de una válvula por donde aliviarse... Mejor ni pensar en lo que sucede.

Pero hay que pensar. La caldera de Krakatau parece haber estado comunicada con el exterior sólo por una estrecha chimenea. Desde 416 hasta el año de la Luna azul, tal vez aquel angosto conducto haya sido suficiente para liberar el exceso de presión de la caldera invisible, oculta bajo el mar. Hasta que dejó de serlo. Para el año 1882, sucesivos terremotos de pequeña a mediana intensidad comenzaron a sacudir la zona, síntoma evidente de que algo andaba mal. Todas las grandes erupciones registradas siempre han ido precedidas de una interminable sucesión de pequeños movimientos de tierra. Son como las convulsiones que preceden a un largo y violento vómito.

Finalmente, el 27 de agosto de 1883, el Año de la Luna Azul, la presión fue demasiada y la chimenea del Krakatau se rajó y explotó. El problema fue que se rajó muy abajo, cerca de la base del volcán y casi con seguridad más allá, por debajo del nivel del mar. El tiempo se detuvo por un instante, mientras millones de metros cúbicos de océano caían en la grieta y se precipitaban al interior de la caldera llena de mares y lagos de lava fundida.

Al entrar en contacto con la lava, el agua de mar se evaporó en un instante. La presión del vapor terminó con la resistencia de las paredes de la caldera y luego destruyó las laderas del volcán.

Krakatau explotó en ese momento, y el mundo se convirtió en un infierno.

La explosión del volcán Krakatoa es la más violenta de la historia humana registrada, tal vez sólo comparable a la del volcán de la isla de Santorini, que borró del mapa no sólo a los cretenses y su civilización, sino que, en un mar cerrado como el Mediterráneo, aniquiló todo rastro de vida en toda la costa de aquel mar, de Gibraltar y Málaga a Palestina y Asia Menor y de Cartago hasta Mónaco. Nadie quedó con vida para contarlo, y es por ello que nadie lo contó. Sólo en el siglo XX los geólogos explicaron a los arqueólogos que el Palacio de Cnossos no había sucumbido a la codicia de los "pueblos del mar" sino a la inimaginable furia de Vulcano y Hades.

La explosión de Krakatau liberó una energía de 100 megatones, más de 250 veces superior a la de la bomba atómica que arrasó Hiroshima y equivalente a la detonación de una montaña formada por 100 millones de toneladas de TNT.

Krakatoa antes y después del 27 de Agosto de 1883
Krakatoa antes y después del 27 de Agosto de 1883
La onda expansiva y la tsunami subsiguiente terminaron con 165 aldeas indonesias y sus habitantes, y completaron la macabra cuenta con más de 36.417 muertos. La onda del gigantesco tsunami dio la vuelta al mundo varias veces. En su primer recorrido, se dirigió al este a través del Pacífico. La República de Chile rindió la mayor parte de esos muertos —porque el alerta no había sido dado—, casi más que los que se perdieron en Indonesia.

Los movimientos periféricos determinaron el extraño comportamiento de las mareas en las Georgias y en el Cabo de Hornos.

Cuando pusimos a los primeros astronautas en órbita (especialmente John Glenn y Scott Carpenter), se mostraron sorprendidos por unos extraños remezones y golpeteos, repiqueteos como de golpes de cantos rodados que se abatían sobre la nave al alcanzar la altura de 50.000 metros. Se les explicó que se trataban del polvo y los escombros del volcán Krakatau, que habían fallado por poco en alcanzar la velocidad de escape de nuestro planeta (en cuyo caso nos hubiesen abandonado para siempre) y, por consiguiente, quedaron atrapados en torno de la Tierra formando una capa de desechos de entre uno y dos metros de espesor que circunda todo el planeta. Para expandirse sobre todo el mundo los escombros tardaron sólo 13 días.

Krakatoa no duerme, descansa
Krakatoa no duerme, descansa
Hubo también una lluvia de escombros más finos, en realidad meras partículas de polvo y cenizas de aproximadamente un micrón de diámetro. Esa fue la causa de las lunas azules. La única condición es que las partículas suspendidas en el aire tengan un diámetro ligeramente mayor que la longitud de onda de la luz roja (0,7 micrones) y que no haya partículas de otros diámetros. Esas partículas difunden fuertemente la luz roja, y dejan pasar las de otras longitudes de onda. El resultado es, obviamente, soles y lunas en tonos fríos, azules, verdosos o lavandas. El fenómeno es raro en los volcanes, que sólo algunas veces liberan cenizas de ese tamaño y sólo esas en particular.

Aparte del Krakatoa, se han registrado lunas azules tras las erupciones de los volcanes Monte Santa Helena (EEUU, 1980), El Chichón (México, 1983) y Pinatubo (Filipinas, 1991). Sin embargo, los incendios de pastos o forestales casi siempre liberan humos y cenizas formados por partículas de 1 micrón, y por esto son los mayores productores de lunas azules del mundo: "El 23 de septiembre de 1950, varios incendios de ciénagas que habían estado ardiendo tranquilamente por años en Alberta, Canadá, súbitamente se incrementaron en intensidad y produjeron grandes incendios de bosques, con enorme producción de humo", nos explica la física de la Universidad de Alaska Sue Ann Bowling.

"Las partículas eran gotitas de aceite de 1 micrón de diámetro, que fueron transportadas al sur y al este por los vientos a gran velocidad. Por su tamaño, dispersaban la luz roja y la amarilla pero no la verde ni la azul. Cuando el humo se disipó lo suficiente como para que el Sol fuese visible, se lo veía de color lavanda o azul. Ontario y toda la costa este de los Estados Unidos fueron testigos de este fenómeno. El humo continuó su marcha hacia el este, y 48 horas más tarde los ingleses pudieron observar un cielo oscurecido por el humo y un sol de color índigo, seguido de una luna azul profundo esa misma noche".

Sin embargo, tanto los volcanes como los incendios tienden a producir partículas extendidas en una enorme gama de tamaños. La mayoría son mucho más pequeñas que un micrón, y por lo tanto dispersan la luz azul y dejan pasar la roja. Es por ello que las Lunas Azules rojas son mucho más frecuentes que las Lunas Azules azules.

Las increíbles características de la trágica explosión del Krakatau no se quedaron en las lunas azules.

El ruido de la explosión se escuchó claramente en la Isla Rodríguez, al otro lado del Océano Índico y a 4653 km. de distancia. De hecho, se la oyó en una décimotercera parte de la superficie del planeta.

Las cenizas del Krakatau cubrieron la isla de Singapur (ubicada 840 km. al norte), la Isla de Cocos (1115 km. al sudoeste) y las cubiertas de los buques que navegaban al otro lado del mundo, tan lejos como a 6076 km al oestesudoeste del sitio del desastre.

La tsunami del Krakatau generó olas de 40 metros de altura, que arrojaron contra las costas indonesias bloques de coral —arrancados del fondo marino— que pesaban más de 600 toneladas.

La isla de Rakata perdió dos tercios de su superficie —para saber dónde está ese terreno, habría que preguntarles a Glenn o a Carpenter—. Al igual que en la explosión de 416, Krakatau formó el 27 de agosto de 1883 varias nuevas islas, constituidas principalmente de piedra pómez (lava solidificada por el contacto con el agua fría) humeante y cenizas. Esas islas existen actualmente y emergen de la superficie en sitios donde el mar tenía 36 metros de profundidad antes de la erupción.

Anak Krakatau
Anak Krakatau
La onda expansiva de la explosión fue registrada por todos los barógrafos del mundo. La onda de presión dio 7 veces la vuelta a la Tierra (se la registró 7 veces en las antípodas de Indonesia) en los 5 días siguientes. La onda de marea llegó al puerto de Adén en sólo 12 horas. Adén se encuentra a 3.800 millas náuticas de Krakatau.

Los productos proyectados a la atmósfera no sólo provocaron que los bomberos de Hawaii fueran llamados a apagar los amaneceres y los atardeceres: en sitios tan distantes como la ciudad de Nueva York, Poughkeepsie y New Haven, Connecticut fueron molestados por los vecinos día tras día para ocuparse de los supuestos "incendios"... ¡por los siguientes tres años! La cortina de polvo producida por el Krakatoa produjo un invierno nuclear que tardó dos años completos en atemperarse. La temperatura global del planeta descendió 1,2°C en el año siguiente, 1884, a causa del bloqueo de la radiación solar por las cenizas. Los valores normales de temperatura no se recuperaron sino hasta 1888. Las ciudades y aldeas del Estrecho de la Sonda, muy cercano al sitio del evento, sufrieron también la noche nuclear. Se hizo de noche a las 11 de la mañana del 27 de agosto y el Sol no volvió a salir hasta el amanecer del día siguiente.

Parte del material de la isla se alejó... ¡flotando! Grandes losas de piedra pómez - que flota en el agua, como la piedra pómez que uno tiene en el baño- zarparon llevando a bordo árboles enteros, monos y aves sobrevivientes de la catástrofe. Estas "islas flotantes" eran de grosor suficiente como para soportar el peso de varios hombres, y muchas de ellas atravesaron el Océano Índico de lado a lado, impulsadas por las corrientes, en algo menos de 10 meses. Otras encallaron en las costas de las islas melanesias, y la mayor parte de ellas seguía a flote, con sus palmeras y su vida silvestre a bordo, dos años y medio después de la explosión.


Pero eso no es todo

Como era de esperarse, luego de que la isla perdió el 75% de su superficie, no quedaron ni rastros tampoco del volcán. Sin embargo, un nuevo volcán con su chimenea apareció en la superficie del Océano Índico, en el mismo exacto lugar donde había estado el cono del Krakatau, en el año 1927, apenas 44 años después del desastre. Una nueva isla siguió pronto a la aparición del volcán marino. Desde entonces, la isla neoformada ha vuelto a poblarse de arena, palmeras, cocos, monos, aves y cangrejos. El nuevo volcán se llama hoy en el idioma del lugar Anak Krakatau, "el hijo de Krakatoa", y ha sufrido varias erupciones menores. Crece día a día, y se alza hoy a casi 400 metros de altura. Es uno de los más solicitados destinos turísticos de Indonesia. El fondo oceánico sigue creciendo hacia la superficie, posible síntoma de que una nueva caldera volcánica está presionando hacia arriba por debajo de Anak Krakatau.

¿Podrá este joven volcán desencadenar una destrucción apocalíptica como la que produjo su padre? Nadie lo sabe.

A la vista de lo que sucede con los volcanes agresivos, los geólogos y los sismólogos buscan con minuciosidad series de pequeños terremotos, precursores de una gran erupción, que, afortunadamente, hasta el día de hoy no se han producido.

Pero como dijeron los romanos después de lo de Pompeya: "nunca se sabe".

Luego de la espantosa tsunami de hace poco, que costó la vida a más de 300.000 personas, todos estamos de acuerdo en que lo peor que podría pasarnos sería tener la oportunidad de volver a disfrutar de varios meses de bellas, sugerentes y románticas noches primaverales con Luna Azul.


Un monstruo peligroso
Un monstruo peligroso
Fuente:http://axxon.com.ar