La danza del sol


Dicen campesinos y huértanos que el sol se llama Lorenzo y la luna, Catalina. y Lorenzo bailó, literalmente- en Portugal en 1917. Y lo hizo ante decenas de miles de personas, entre las que no sólo había campesinos: también muchos ilustrados de Lisboa, empeñados en desacreditar por fin y tildar de lunáticos -pues "sabían" que nada prodigioso podía ocurrir- a Lucia, Jacinta y Francisco, los tres pequeños protagonistas de las apariciones de Santa María Virgen en Fátima a quines la virgen había anunciado la hora y el sitio de la aparición.

El baile del sol fue el hecho extraordinario que impidió que una multitud escéptica y enfurecida echara mano de los tres niños y les infligiese alguna desgracia. Pasma contemplar las fotos de aquella masa de gente desconcertada en Aljustrel, y los enormes titulares de los, horas antes furibundos, periódicos lisboetas del día siguiente: "O sol bailou...!". A partir de ese momento, las apariciones de Fátima empezaron a ser tomadas en serio y a nadie se le ocurrió tocar un pelo a los pastores de Cova de Iria.

Se trata del más grande prodigio al que nadie ha sabido dar explicación. La mayor incógnita física del siglo XX: en especial, porque dio fe de ella una enorme muchedumbre de testigos oculares.

"Coisas espantosas. COMO O SOL BAILOU AO MEIO DIA EM FATIMA". (Titular en primera página del diario portugués "O Seculo", correspondiente al 15 de octubre de 1917)

"Cosas asombrosas.- Cómo ha danzado el sol en pleno mediodía en Fátima.- Las apariciones de la Virgen.- En qué consiste la señal del cielo.- Varios millares de personas se pronuncian en favor de un milagro.- La guerra y la paz" [en el centro de la noticia aparece una foto de los tres pastorcillos].

En efecto, estos son los epígrafes del artículo aparecido en el gran periódico lisboeta de información general: "O Seculo". Se ha escogido este trabajo periodístico entre todos los demás por la personalidad del articulista que lo firma y por el impacto que produjo entre la clientela anticlerical del citado periódico, que era abundante.

Su autor fue nada menos que don Avelino de Almeida, redactor jefe de "O Seculo", francmasón, figura eminente del librepensamiento portugués y leidísimo por toda la intelligentsia de Lisboa, principalmente por los crudos y venenosos artículos contra la Iglesia que publicaba en "A Lanterna". Fue testigo ocular de los sucesos de Fátima adonde había acudido a realizar su labor informativa. Lo que contempló debió de causar tan profunda huella en él que se trata del primer artículo sobre una vital cuestión religiosa en el que su deletérea socarronería anticlerical -a la que tenía acostumbrada a toda Lisboa- y ni siquiera la más inocente ironía, afloran por ninguna parte: pura información sobrecogida.

Almeida pagó su precio por este ejercicio de lealtad informativa, digno de un gran profesional del periodismo: sus hermanos francmasones le injuriaron con tremenda dureza desde los órganos dóciles y también desde un inaudito y conocido -hoy ya esperpéntico- panfleto.

Lo vieron quienes lo tenían que ver y que a Fátima se dirigieron con diversas intenciones, en muchos casos, nada amistosas hacia los pequeños pastores. Fue suficiente.

Pero el hecho de que los pequeños videntes portugueses fueron dejados incólumes por una masa enfurecida, se cumplió a rajatabla. Para eso era exactamente para lo que los pequeños rogaron a la Señora que realizara un prodigio. Para salir sanos y salvos de la agresividad escéptica de sus compatriotas. Y salieron. Además, creció la fama y la certeza de las apariciones de Fátima.

La hora antigua es la que vale para esta muchedumbre, que era, según cálculos desapasionados de personas cultas y completamente extrañas a influencias místicas, de treinta a cuarenta mil personas... La manifestación milagrosa, la señal visible está a punto de producirse, afirman muchos peregrinos... Y uno asiste a un espectáculo único e increíble para aquéllos que no lo han presenciado. Desde lo alto de la carretera, donde se amontonan los carros y donde se hallan centenares de personas que no han tenido aliento para adentrarse en el barro, se ve a la inmensa multitud volverse hacia el sol, que está limpio de nubes, en pleno mediodía.

El astro se asemeja a un disco de plata pálida y se le puede contemplar cara a cara sin ninguna molestia. Parece un eclipse. Pero he ahí que se eleva un colosal clamor y oímos que los espectadores más próximos a nosotros exclaman: "¡Milagro! ¡Milagro! ¡Maravilla!".

Ante los admirados ojos de este pueblo, cuya actitud nos traslada a los tiempos bíblicos, y que, presa de espanto, descubierta la cabeza, mira hacia el cielo azul, el sol ha temblado, ha realizado unos movimientos bruscos nunca vistos fuera de todas las leyes cósmicas; el sol "ha danzado", según la expresión típica de los campesinos... Subido sobre un estribo del coche de Torres Novas, un anciano, cuya estatura y fisonomía suave, y a la vez enérgica, recuerdan las de Paul Déroulède, reza, vuelto hacia el sol y con grandes voces, el credo, desde el principio hasta el fin.

Inmediatamente las gentes se preguntan unos a otros si han visto alguna cosa y qué es lo que han visto. La mayor parte confiesan que lo que han visto es el movimiento o la danza del sol; otros afirman haber visto el rostro sonriente de la Virgen, o juran que el sol ha dado una vuelta sobre sí mismo, como si fuese una rueda de fuegos de artificio que ha descendido hasta quemar la tierra con sus rayos... Alguien dice, en fin, que ha visto cómo cambiaba sucesivamente de color...

(Avelino de Almeida. Diario "O Seculo", Lisboa, 15 de octubre de 1917).

Este impresionante documento histórico deja en un altísimo lugar a la profesión periodística. Su autor, don Avelino de Almeida, redactor jefe de "O Seculo", masón activo y convencido, librepensador, anticlerical furibundo, prefirió dar cuenta de lo que vio personalmente mientras cubría informativamente el suceso, antes que dar rienda suelta a su habitual crítica feroz y socarrona contra todo lo que significaba catolicismo.

Como ya se dijo, el precio que pagó por su lealtad informativa fueron carretadas de injurias de sus hermanos francmasones y el más feroz de los ostracismos por parte de la intelligentsia atea portuguesa.


La danza del sol y los sucesos de Fátima (nuevos estudios)

Gerard J. M. VAN DEN AARDWEG, Fátima, 1917. El acontecimiento "paranormal" más espectacular de la historia moderna, EUNSA (Ediciones de la Universidad de Navarra, S. A.), Pamplona, 1998.

Estas son algunas de las declaraciones del autor, el psicólogo holandés Gerard van den Aardweg, doctor por la Universidad de Amsterdam y profesor invitado en varias Universidades (entre ellas la de Campinas, Sao Paulo, donde en 1977 empezó a interesarse por las apariciones de Fátima), con motivo de la publicación de su libro en España:

"El milagro del sol es un suceso tan espectacular como los fenómenos del Sinaí, cuando Yavé aparece a Moisés, por ejemplo. También es algo único la cantidad de testigos de todo tipo que lo presenciaron, algunos que solamente fueron a ver qué pasaba y que han dejado testimonio del suceso [Aardweg descarta desde el principio -argumentándolo y aportando bibliografía- la posibilidad de sugestión de masas o alucinaciones de los niños]".

"Mostré las fotos de la muchedumbre que contemplaba el milagro del sol [reveladas de los negativos originales todavía entonces de cristal] a un experto en fotografía del Instituto de Foto y Cinematografía de Rotterdam. Las analizó y supo inmediatamente deducir con qué tipo de aparato estaban hechas y me relató toda clase de pormenores; también detectó que en esos momentos había una luz especial en la atmósfera".

"Entre mis pacientes muchos se preguntan si tenemos alma, si es inmortal, si existe el más allá. En Fátima se halla la respuesta refrendada por un testimonio paranormal, el más grande de este siglo en su género y del que miles de portugueses fueron testigos".

"Como psicólogo, haber escrito un libro sobre Fátima, tiene algo del 'hobby' que es estimulado por la curiosidad profesional. La gente hoy quiere datos, hechos para asentar sus convicciones y a veces para lograr con ellos poner orden en un frecuente caos de pensamiento. Además el interés por lo paranormal es enorme, lo mismo que por las experiencias de gente que ha estado al borde de la muerte. Claro que ambos temas son terreno resbaladizo, pero en el deseo de analizar qué hay detrás de lo paranormal puede haber un motivo sincero".

"En una ocasión le dije a un estudiante interesado en la parapsicología: lee la primera parte [el libro de Aardweg, pensado para lectores escépticos, analiza primero el milagro del sol como el hecho paranormal más grande de nuestro tiempo, después las predicciones, igual de milagrosas, y por último se extiende sobre las apariciones, el mensaje y su contenido] y después, si quieres saber qué le dijo María a los videntes, lee la segunda parte. También he dado conferencias en círculos protestantes sobre las apariciones de Fátima, a los cuales les resultan aceptables los hechos, aunque un poco más difícil de aceptar el contenido, especialmente el papel de la Virgen".

"Algunos han criticado seriamente sobre detalles que Lucia declaró con ligeras diferencias en distintos momentos. En la psicología de testigos judiciales se estudia que esas pequeñas discrepancias son justamente testimonio de veracidad. Los pequeños detalles de aspectos externos, suelen pasar desapercibidos a quienes se concentran en lo esencial y, por el contrario, quienes tratan de engañar les dan mucha importancia".

"Espero que los lectores se interesen por las Memorias de sor Lucia [la vidente que aún vive, hoy monja en Coimbra, escribió especialmente para la edición neerlandesa de este libro una carta que también ha salido en la edición española], mi libro es una simple introducción. El suyo es el que de verdad vale la pena leer. Ella es quien transmite la esencia de Fátima con un lenguaje muysencillo, cautivador y hasta poético a veces".

(G. J. M. van den Aardweg)


Testimonios

"Salté del coche en aquel momento, y, mientras ofrecía mi mano a mi esposa para ayudarla a apearse, he aquí que los densos nubarrones se disiparon sin que se notara el más tenue soplo de aire, y el sol resplandeció en el cielo despejado. Luego empezó a gritar la multitud: "¡Mirad el sol!... ¡Jesús! ¡María! ¿Qué va a suceder?... ¿Qué será de nosotros?..." Yo estaba apartado de la gran muchedumbre, sobre una pequeña loma. Levanté los ojos y vi que el sol se movía como si danzase. Le vi tomar tres distintas posiciones en el espacio, marcando los tres ángulos de un triángulo, dar vueltas como una rueda de fuego y pareciendo aproximarse en espiral sobre la tierra... " (Narración del sr. Ferreira Borges, testigo ocular).

"Las nubes se disiparon, dejando solamente algunas nubecillas que se deslizaban acá y allá en el firmamento. Y vimos que el sol daba vueltas sobre sí mismo como si fuese una gran rueda de fuego lanzando rayos de diversos colores. Fue aquél un momento verdaderamente indescriptible; todo el mundo se arrodilló. Unos rezaban, otros gritaban..." (Relación del doctor Carlos de Azevedo Mendes, doctor en Derecho, presidente de la Cámara Municipal [alcalde] de Torres Novas, diputado en la Asamblea Nacional y antiguo secretario de la Cámara Corporativa)

A continuación unos fragmentos del testimonio más concreto, complejo y preciso de que se dispone sobre el milagro del sol. Pertenece a la relación de los hechos que ofreció el doctor José Pröença de Almeida Garret, profesor de la Universidad de Coimbra y testigo ocular del prodigio solar de Fátima (las mayúsculas son mías):

"Estaba a un poco más de cien metros de unos postes levantados que sostenían una cruz rústica. Veía perfectamente, alrededor de este arco, el ancho círculo de la multitud, que con sus paraguas abiertos parecía un vasto campo de corazas. Poco después de la una llegaron a este lugar los niños, a quienes (según ellos aseguran) la Virgen les indicó el lugar, el día y la hora de la aparición"

"Sería la una y media cuando se levantó, en el preciso lugar que ocupaban los niños, una columna de humo fino, tenue y azulado, que subió recto hasta unos dos metros, tal vez, por encima de las cabezas y se desvaneció a esta altura. Este fenómeno, perfectamente visible a simple vista, duró algunos segundos (...). El humo se disipó bruscamente, y, al cabo de cierto tiempo, volvió a producirse por segunda y por tercera vez".

"...el sol había traspasado la densa capa de nubes que le tenían oculto para brillar clara e intensamente. Me volví hacia este imán que atraía todas las miradas y le pude ver parecido a un disco de bordes nítidos y vivo en el centro, luminoso y brillante, pero sin que dañase a la vista (...). No se parecía en nada a la luna en una noche transparente y clara, pues se le veía y se le sentía como a un astro vivo. No era esférico, como la luna; tampoco tenía su tonalidad ni sus claroscuros. Parecía un disco plano y pulimentado, tallado en el nácar de una concha. ESTO NO ES UNA COMPARACIÓN TRIVIAL DE POESÍA BARATA. MIS OJOS ASÍ LO VIERON".

"La bóveda celeste estaba teñida de tenues cirrus, con anchos espacios azules aquí y acullá; pero el sol se destaco muchas veces EN EL CIELO DESPEJADO. Las nubes, que se deslizaban tranquilas de este a oeste no amortiguaban la luz del sol (la cual no dañaba a la vista)... Es maravilloso que durante un tan largo espacio de tiempo se haya podido contemplar aquel astro, foco de luz y centro de calor, SIN QUE PERJUDICASE LA VISTA Y SIN UN DESLUMBRAMIENTO QUE CEGASE LA RETINA".

"Este disco nacarado tenía el vértigo del movimiento, el cual no consistía solamente en el centelleo de un astro en plena vida, sino que giraba realmente sobre sí mismo a una velocidad impetuosa. De nuevo se oyó un clamoreo, como un potente grito de angustia de todo ese pueblo. Conservando la velocidad de su rotación, el sol se desprende del firmamento y, rojo como la sangre, avanza sobre la tierra, amenazando aplastarnos bajo el peso de su inmensa masa ígnea. Fueron unos segundos de terrorífica impresión".

"Durante el fenómeno solar que acabo de describir detalladamente, hubo en la atmósfera coloraciones impresionantes (...). Temiendo una afección en la retina -hipótesis poco probable, pues en tal caso no hubiera visto las cosas de color violeta-, cerré los párpados y los mantuve tapados con mis manos para interceptar la luz. Me volví y, abriendo de nuevo los ojos, observé que, como antes, el paisaje y la atmósfera seguían siempre con el mismo color violeta. La impresión que se tenia no era la de un eclipse. Yo he visto un eclipse total de sol en Viseu (...). Todas las personas parecían estar enfermas, afectadas de ictericia. Me sonreía al verlas tan feas y con tan mala cara. Oí que otros también se reían. Mi mano tenía el mismo color amarillo".

"OBSERVÉ TODOS ESTOS FENÓMENOS QUE ACABO DE CITAR Y DESCRIBIR TRANQUILA Y SERENAMENTE, SIN NINGUNA EMOCIÓN NI SOBRESALTO. A otros incumbe explicarlos o interpretarlos".

(Dr. José Pröença de Almeida Garret, profesor de la Universidad de Coimbra, 1917

Fuente:http://personal5.iddeo.es/magolmo/sol.htm